En la hierba de piel clara
bajo el atardecer nevado
tres rosas rojas
desgranan sus pétalos violados.
Rojo en las piñas calmas
y carne entre las hojas plañideras
se oye un rugido de llanto y miedo.
Lloran aterrados los cuervos,
con sus túnicas de luto negro;
y en la tarde la granada
adorna la tierra con rosas, azucenas y malvas.
Lloran demoníacos cuervos,
negros de dolor e invierno;
y en la mañana la divinidad felina
arañó en la hierba tres flores granas.
Y en la mañana la divinidad felina
arrancó rojo con sus garras
No dejó más que pétalos desolados
No dejó más que cuervos cantando
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