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lunes, 10 de febrero de 2014

TERAPIA ASISTIDA CON ANIMALES: CABALLOS AUTISMODIARIO.ORG

Terapia Asistida con Animales: Caballos

Se habla mucho de los beneficios de la Terapia Asistida con Animales (TAA), pero también existe mucha confusión, ya que muchas personas acaban identificándolas de forma errónea. Podríamos definir la TAA como una terapia realizada con la participación de animales domésticos como un complemento de las otras terapias que la persona recibe, y que se aprovecha de las características tanto físicas como emocionales del animal para ayudar en la mejora de la calidad de vida, ya sea a niveles físicos y/o psicológicos. Es por tanto un refuerzo a otras intervenciones.
En la actualidad se usan muchos animales para este tipo de terapias, caballos, perros, gatos, burros, incluso elefantes, delfines y leones marinos  (estos dos últimos no entrarían en el grupo de animales domésticos, más bien en el de animales salvajes adiestrados). Pero en esta serie de artículos nos vamos a centrar en las terapias más conocidas y extendidas y siempre desde el punto de vista de la intervención a niños con TGD o TDAH. Hoy vamos a hablar sobre Terapia Asistida con Caballos.














Quien no comprende un corta mirada, jamás entenderá una larga explicación

Un poco de historia: Ya en el año 460 AC, Hipócrates refería las cualidades terapéuticas del caballo, si hacemos un repaso a la historia encontraremos innumerables referencias a las bondades de este binomio hombre/caballo y su relación con la salud. En 1875 el neurólogo francés Chassaignac descubrió que montar a caballo mejoraba el equilibrio, las articulaciones y el tono muscular de sus pacientes. Sus experiencias le convencieron de que montar a caballo, mejoraba el estado de ánimo y que era particularmente beneficioso para personas con paraplejia y pacientes con otros trastornos neurológicos. Al finalizar la 1ª Guerra Mundial, Olive Sands puso algunos de sus caballos a disposición del hospital de Oxford, donde se obtuvieron muy buenos resultados. Pero no fue hasta los años 50, y gracias a Liz Hartel, una amazona afectada de poliomielitis, que ganó la medalla de plata en la categoría de doma clásica en los Juegos Olímpicos de Helsinki cuando se empezó a tomar en cuenta este tipo de actividades como modelo de intervención. En 1969 y de la mano del comandante Rogelio Hernández Huerta la equinoterapia llega a México. En Europa este tipo de intervenciones tienen gran tradición y en muchos países están subvencionados por el estado. En España este tipo de terapia llega en los años 80, tanto a nivel de atención a personas con exclusión social como a personas con discapacidad física. Pero no es hasta finales de los 90 cuando se empieza a usar de forma más extensa la equinoterapia en la terapia a niños con TGD.

Sesión de equinoterapia


La TAA que se realiza con caballos, también conocida como hipoterapia o equinoterapia es muy popular y tienen una gran difusión. Sin embargo hay que ser prudentes, ya que aunque muchos medios de comunicación las han tildado de terapias sanadoras o curativas, esto no es así. En la actualidad existen diversos proyectos de investigación a diversos niveles que están refrendando el alcance y eficiencia de este tipo de intervención. Pero siempre han de estar entendidas como una intervención complementaria y no única.
Tampoco debemos olvidar que equinoterapia no es montar a caballo, y es imprescindible la presencia de un equipo multidisciplinar con una adecuada formación y una intervención orientada al niño y en coordinación con el resto de terapeutas, de forma que se trabajen las carencias del niño de forma coordinada.
Pero cuestiones científicas a parte no podemos obviar que muchos de los niños que han recibido este tipo de terapia han presentado cambios muy positivos, ya que en resumen se trabajan diferentes áreas tales como:
  • Integración sensorial del niño
  • Refuerzo de la psicomotricidad fina y gruesa
  • Equilibrio y  coordinación motora
  • Refuerzo muscular y postural
  • Comprensión de órdenes verbales y gestuales
  • Potenciar la comunicación (funcional) del niño, sea esta verbal o no
  • Refuerzo de la autoestima, confianza y capacidad de concentración.
  • Lateralidad
  • Área cognitiva, social y emocional
  • Refuerzo visual
Una de los aspectos más importantes está relacionado con el movimiento tridimensional del caballo, este movimiento rítmico es muy similar al movimiento humano, esta particularidad adquiere especial relevancia cuando hablamos de personas con discapacidades motoras o hipotonía muscular, ya que estimula músculos y articulaciones. A su vez, la temperatura del caballo (38º) aporta un aspecto sensorial extra; cuando el niño, por alguna razón se pone nervioso, se le tumba sobre la grupa del caballo para que se relaje. Además, si la intervención es adecuada puede ser una actividad muy divertida para el niño, no les aporta estrés, se practica al aire libre (salvo en el caso de estudios donde las intervenciones se realizan en picaderos cerrados para que el clima no sea un condicionante), se pueden trabajar actividades desde un punto de vista mucho más lúdico. Otro de los aspectos que se mejora considerablemente es la atención del niño, este aspecto es muy útil en niños con TDAH, se centran mucho en la actividad y suelen presentar mejoras en su conducta y capacidad de atención.  En el caso de niños con TGD hay que realizar un programa completo en función del niño, a veces el niño puede presentar cierto rechazo hacia el caballo, o incluso miedo, en este tipo de casos es más adecuado el uso de pequeños ponis que resultan menos “peligrosos” en la percepción del niño. Aunque lo normal es que tras varias sesiones con un poni sea el propio niño el que quiera montar un caballo más grande.
Algunas de las mejoras que se aprecian tras una tanda de terapias suelen ser:
Aspectos Físicos:
  • Mejoría del equilibrio, tanto vertical como horizontal.
  • Regulación y mejora del tono muscular
  • Mejora en la psicomotricidad fina y gruesa
  • En casos de niños con un caminar atípico, este problema también puede regularse en muchos casos, esto es debido a  la disociación de la cintura pélvica y la cintura escapular, que es un factor indispensable para caminar de forma adecuada y que es reforzado por la posición que se tiene al montar a caballo.
  • Mejora postural. Sobre todo a la hora de sentarse, el niño conforma una postura más recta.
Aspectos Psicológicos:
  • Aumenta el bienestar y la seguridad general del niño
  • Mejora en la confianza y autoestima
  • Mejora en la atención e intención comunicativa
  • Mejora la percepción espacio-temporal
  • Mejora en la socialización
Profesionales:
La Terapia Asistida con Caballos ha de ser impartida por profesionales de reconocida solvencia. Terapeutas ocupacionales, psicólogos, psicopedagógos y especialistas en caballos para terapia suelen conformar el equipo base. Debemos solicitar siempre la acreditación de los profesionales, ya que el mero hecho de su popularidad conlleva mucho intrusismo. En este tipo de terapia, como en cualquier otra, debemos ser conscientes de que se trabaja con niños con necesidades especiales y esto nos obliga a que el trabajo se realice desde la máxima seriedad y profesionalidad.
Antes de iniciar este tipo de terapia deberemos presentar un informe médico que acredite que el niño puede realizar este tipo de intervención. Igualmente el centro deberá contar con los seguros necesarios, una caída, aunque son infrecuentes, puede darse.
En el caso del trabajo con caballos, la figura del caballista, adquiere mucha importancia, ya que esta persona es quien, desde su conocimiento y experiencia, sabrá decidir en cada momento que tipo de entorno o trabajo va a ser recomendable. Por ejemplo: En un día con viento un caballo se puede asustar muy fácilmente y darnos un susto, si el caballo se encuentra mal, o si ese día no está en condiciones óptimas. Por tanto es importante una buena sintonía entre los miembros del equipo.
El equipo de TAA debe de trabajar en coordinación con el equipo que habitualmente da la terapia a nuestro hijo, para de esta forma hacer un trabajo coordinado. Actitudes que en un aula pueden resultar difíciles de corregir en este entorno resultarán mucho más fáciles.
Personas que NO deben realizar este tipo de terapias
  • Quienes tengan problemas ortopédicos.
  • Quienes padezcan de determinadas alergias (al pelo del caballo, al polvo, heno, …).
  • Con hemofilia  o problemas de coagulación.
  • Personas que tengan alguna enfermedad que provoque convulsiones o epilepsia sea esta convulsiva o no.

En un slalom bajo la atenta mirada del instructor a un niño que lleva años montando
Uno de los aspectos imprescindibles es que el niño acuda contento y disfrute, debe entender que esta terapia es un premio y no una rutina diaria. A su vez, descubrirán la emoción del galope, del viento en la cara mientras cabalgan, y eso ha de reflejarse en su rostro. Aunque uno de los mitos sobre el autismo es la inexpresividad de estos niños, cualquiera que los vea sobre un caballo con el rostro iluminado por la felicidad, podrá comprender cuan equivocado estaba.
El ser humano tiene una larga relación con los caballos, se estima que en la edad de Bronce la relación entre el hombre y el caballo ya estaba consolidada. Unos cuantos miles de años más tarde, esta relación perdura. Ciertamente un caballo no deja indiferente a nadie y menos a un niño. Ya sea por su tamaño (salvo en un poni), porte, movimientos, el tamaño de su cabeza,… Y a un niño con TGD que sea eminentemente urbanita no lo va a dejar indiferente.
Hay algunos aspectos sobre el caballo en su relación con un niño con TGD que conviene resaltar, ya que estos nos pueden aportar pistas de los vínculos emocionales que se pueden dar entre el niño y el caballo:
  • Los caballos ven a la persona sin disfraz, tal y como somos. Y tal y como nos sienten cuando los montamos. Nunca nos juzgaran por quien somos o cómo somos, tan solo en cómo interactuamos con ellos, cómo los entendemos a ellos. Esto nos obliga a establecer lazos de comunicación, inclusive verbal: los famosos arre y soo o el típico chasquido, por ejemplo.
  • Los caballos no hablan, pero debe existir una comunicación entre el jinete y el animal. Esta comunicación será emocional y gestual. Y el jinete debe saber interpretarla.
  • Si un niño es capaz de manejar al caballo (aunque sea con una supervisión), el animal le dará al niño una gran sensación de libertad y fuerza. Le transmitirá directamente, como en una conexión neuronal, una capacidad de movimiento y equilibrio interior de base puramente emocional.
  • Dirigir a un caballo implica paciencia, serenidad y disciplina. Si somos capaces de alcanzar ese nivel, el caballo nos dará lo mejor de sí mismo, pero a su vez le pedirá lo mismo a su jinete.
  • Nos dan otro punto de vista del mundo. Un caballo normal suele tener una altura a la cruz de aproximadamente 1,70 metros, aunque al principio sentarse a esa altura puede dar cierta aprensión, con el tiempo nos da un nuevo concepto visual de lo que nos rodea.
Al igual que pueda suceder con las terapias de intervención en casos de niños con TGD, ya sea ABA o TEAACH, no debemos esperar cambios mágicos a los 45 minutos, que es el tiempo medio de una sesión de equinoterapia. Como en todo alrededor de nuestros niños, requiere paciencia y dedicación.














Dirigiendo a Mercurio según las instrucciones del Instructor

Aunque la Equinoterapia a día de hoy no dispone de un gran refrendo en estudios científicos, ya que los estudios existentes en la actualidad son escasos, este tipo de intervención casi siempre da buenos resultados, ya que es un complemento perfecto a la intervención diaria de nuestro hijo. Pero debemos entenderla como lo que es, un complemento y no una base como sí lo sería ABA o TEAACH. Quizás el mayor problema que este tipo de terapia tiene es su costo, ya que salvo que esta intervención esté subvencionada suele tener un precio que en muchos casos no es fácil de sufragar por las familias.

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