La
dulzura amielada que a las moscas mata,
ese
eres tú, de tan dulce empalagoso
siempre
una sombra tras las ventanas.
Como
un tarro de mermelada
¡Qué
delicia! ¡Paraíso, dulzura!
Una
cucharada
¡Horror!
¡Infierno horrendo!
El
fondo tras la cuchara.
Tú,
dulce mermelada,
tú,
de tu plingue no me libro por nada,
tu
amor me aterra y no hago nada.
Paseo
a solas pero siento tu mirada,
tu
perfume se evapora pero tu efluvio no marcha.
No
se quien eres y de siempre te conozco.
Perseguidor
recóndito, pasado.
Imposible,
imborrable...olvidado
No hay comentarios:
Publicar un comentario