Temo
sentir el sino del naufrago
con
tan solo la compañía de las palmeras
enloqueciendo
de soledad
y
ardiendo y helando de pena;
temiendo
que, tras la mar cobalto
nadie
le busca o espera.
Temo
que más allá donde me halle
ahogue
una palabra la sonrisa:
Extranjera.
Temo
sentir el albur del borracho
acompañado
de sombras negras
y
de ojos azorados que esconden burlas
cuando
se gira su espalda encorvada;
con
el alma emborrachada de llanto
y
el alarde lastimero de quien se sabe burlado.
Temo
que allá donde me halle
atragante
la sonrisa una palabra:
Extranjera
Temo
sentir la estrella del viajero
sin
camino, bandera o patria,
con
tan solo soledad y sollozo en el pecho.
Extranjera
su alma aunque no quiera
ningún
lugar puede llamar casa,
ni
la patria en la que nació
ni
donde le llevara la gran dama.
Temo
que donde vaya detenga mi paso
la
sombra conocedora de mi espalda
y
ulule traidora:
Extranjera
Abandonada
tras la muralla
de
cuya cerradura perdí la llave espero:
Que
la esperanza del naufrago se cumpla,
un
bote salvador, una mano tendida, un te busqué.
Qué
la esperanza del borracho se cumpla
y
que no vuelva con la resaca la pena mañana.
Qué
la esperanza del viajero se cumpla
y
descubra que lo que buscó siempre estuvo.
Qué
una palabra no resuene,
extranjera,
extranjera en cualquier patria.
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