Tengo en mi interior una costra
que sabe a mar y humo,
humo de recuerdos y mar de sueños
tan pesados que me rasguñan la
espalda.
En el espejo duro reflejo
porque no veo nada más que
verdes ojos de otro.
El amanecer me despierta
y el atardecer tararea
y el anochecer me acuesta
y el pasar de los minutos...
y el pasar de los minutos cimbrea
mi espalda.
Me gustaría que alguien probara
mi costra,
mar y humo,
y con el vaho de mi reflejo que no
soy yo,
que no son mis ojos los que desde
ahí miran,
escribo con runas de fuego:
¿Qué haré si surge fuego de mi
humo?
¿Qué
haré si se evapora el mundo?
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