Vuelvo la vista y busco
el jardín donde solía jugar;
no está, no lo encuentro,
Miro atrás y no distingo el jardín
donde solía jugar;
no esta, se lo han llevado o quizá la
memoria empieza a fallar
y donde vi castillos de arena, dragones
y enredaderas,
y princesas, nenúfares y estrellas
siempre hubo granito y metal.
Miro atrás el camino y lo que me queda
por andar
pero no siento ya el antiguo ansia que
me alimentaba;
miro atrás y no distingo el jardín
donde solía jugar,
y ya no recuerdo por qué quería
pescar flores
y tampoco que ranas quería besar.
Echo de menos el clamor sonoro de lo
que nunca fue perfecto
al columpiarme pensando en volar,
sabia que no era posible, sabia que no
era real,
y sin embargo ahora me importa cuando
antes me daba igual;
echo de menos el jardín donde solía
jugar.
Recuerdo que hubo un momento en el que
lo note pequeño
y las charcas se me hicieron demasiado
viejas;
pero al salir me encontré la
inmensidad de la ciudad,
perdí rumbo y rehíce camino y ahora
miro atrás;
pero no recuerdo por qué quería besar
ranas y tampoco que flores quería pescar.
No volvería tras mis pasos, descuida,
en el camino vi imágenes del jardín
añorado,
y aunque añoro añorante la alegría
que me daba ya no veo en él aquella felicidad;
ahora solo camino y tropiezo y vuelvo
caminar
tratando de recordar por qué empece a
andar,
qué flores quería besar
qué ranas quería pescar.
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