Cuarenta y cinco latidos
de sangre dorada,
azúcar salada de rojo inmaculado.
Cuarenta y cinco latidos
dormida el alma desgrana
la piel surcada sobre sueños
despiertos:
Ya no existe futuro,
ya no existe pasado,
tan solo latidos que despiertos
olvidan lo que han soñado.
Cuarenta y cinco latidos,
cuarenta y cinco velas escarchas
sobre azúcar enplatada
desgrana sus carnes blancas,
crema sanguinolenta de sueños
despertados
por insomnes deseos de sueños y
almohada.
Cuarenta y cinco latidos
con nata dorada
con cuarenta y cinco perlas
bajo un pastel de sangre crema
sobre cuya piel sollozan cera
Bajo crema blanca, escarchado
bizcocho salado por lágrimas del
pasado;
embadurnado de lágrimas agrias
húmedas las velas de llama
cuarenta y cinco velas apagadas.
Cuarenta y cinco velas deshilacharon
apagaron los sueños y la almohada
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