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Saludos

jueves, 25 de julio de 2013

El CREA DE LEÓN Y UNA MEDICINA SIN EFECTOS SECUNDARIOS

Luz es una labrador retriever que trabaja en terapias con perros en el CRE del Alzheimer de Salamanca. (Foto: D. Arranz)
El CREA de Salamanca ha demostrado científicamente, por primera vez  
en España, el efecto beneficioso de las terapias con perros en las
 demencias.
La perrita labrador ‘Luz’ espera sentada tranquilamente la llegada del
grupo de terapia y cuando los ve aparecer, inevitablemente mueve la
cola a modo de bienvenida, un saludo que es correspondido por los 
usuarios del Centro de Referencia Estatal de Atención a personas 
con enfermedad de Alzheimer y otras demencias de Salamanca, 
CREA, del Imserso, que al instante también la reconocen y
 cariñosamente le dan una palmadita en la cabeza.
La sesión que llevan a cabo no es una más, sino que forma parte
de un trabajo de investigación pionero en el país, desde un punto 
de vista científico y multidisciplinar, cuyos resultados acaban de
 presentarse y revelan como los animales preparados pueden tener
 beneficios clínicamente probados en personas con demencias.
Según explica la responsable de Investigación del centro, Elena
González, aunque este tipo de terapias no farmacológicas ya se
utilizan de forma experimental en algunos centros y asociaciones, 
el objetivo de este trabajo era medir de forma científica los beneficios
 que se veía que experimentaban los afectados por demencias, porque 
asegura que aunque parezca mentira, había una carencia de estudios
 formales en esta línea en el país, por lo que se trata de un trabajo 
pionero. Avanzar en la investigación de terapias complementarias
 a las farmacológicas, continúa, es uno de los objetivos prioritarios 
con los que nació este centro de referencia estatal y por ese motivo
 decidieron comprobar si efectivamente esta terapia aportaba
 beneficios y si era así,  cuales podrían establecerse de forma 
objetiva y cuantificable. Para ello, se realizaron 24 sesiones
 durante tres meses, a razón de dos sesiones semanales de 
45 minutos, en formato grupal, con cuatro grupos de cinco 
usuarios como máximo. La intervención se realizó a la misma
 hora, de 5 a 7 de la tarde y contaron con la participación de la
experta en intervenciones asistidas por animales, Elisa Pérez
 y una auxiliar de clínica.
El grupo de intervención con Terapia Asistida con Perros, TAP, estuvo
 formado por 15 personas con demencia, usuarios de las unidades de
 convivencia y del centro de día, así como se estableció un grupo de
control, formado por otras ocho personas, también procedentes de las
mismas unidades, que participaron en otras actividades ofrecidas en el
centro de día, durante el mismo horario.
En cuanto a la selección de los participantes del grupo de intervención,
 uno de los neuropsicólogos del centro, Enrique Pérez, detalla que se
 realizó teniendo en cuenta su interés por los animales y que además no
 tuvieran un historial conocido de miedo, alergias u otras enfermedades.
Menos estrés, más asertividad
Pérez relata que una de las características de las personas que sufren
 algún tipo de demencia es que tienen problemas de comunicación, a
veces incluso “incapacidad” para hablar, así como tienden a mostrarse
más apáticos que la población en general. De hecho, uno de los
problemas que más les trasladan los familiares cuando los visitan, es el
 que apenas tienen temas sobre los que conversar, ya que el enfermo
“no les cuenta nada” y se muestran muy ensimismados. El perro es en
es este contexto un “estímulo”, un “instrumento motivador” con el que
 trabajar.
Por su parte, la terapeuta Elisa Pérez, apunta que Luz, en este caso, es
 un “mediador” que en ocasiones facilita reminiscencias, porque muchos
 de los participantes han tenido una mascota o proceden de un medio
rural donde han convivido con animales y esto facilita la interacción entre
ellos.
Además, se les anima a recordar esas experiencias y las órdenes con las
 que el perro trabaja en las sesiones. Ellos quieren obtener una respuesta
 por parte del animal y por eso se esfuerzan por recordar como hacer
 para que realice la actividad propuesta.
Aunque los usuarios del centro pasan mucho tiempo juntos y comparten
 diferentes acciones a lo largo del día, en ocasiones están uno frente a
 otro como si no se conocieran y esta actividad les da un punto de 
partida sobre  el que dialogar. Por todo, ambos coinciden en que 
la terapia asistida con perros reduce el estrés y fomenta la 
asertividad.
Resultados
Sin embargo, a esta conclusión a la que se llega a través de la
 observación de la experiencia en sí misma, también se corrobora con
 datos objetivos. En el análisis estadístico sobre la tensión arterial 
sistólica y diastólica, comúnmente conocida como alta y baja, la
 terapia mostró un efecto significativo, ya que en el grupo TAP 
la media de la sistólica se situaba en 126,32 antes de la actividad
 y en 122,92 después de la misma. Sin embargo, las medidas en 
el grupo de control, realizadas a las mismas horas antes y
 después de realizar otras actividades, sitúan la presión arterial 
sistólica en 135,47 antes y 139,05 después. La diastólica en el
 TAP pre-tratamiento fue de 74,44 y post-tratamiento de 
73,19, mientras que para el grupo de control las mediciones 
registradas fueron de 71,91 y 73,90, respectivamente.
De este modo, para el grupo de intervención TAP se produjo una
 bajada de la tensión arterial mientras que para el grupo control
 no solo no bajó, sino que aumentó, lo que significa que tuvo un 
efecto “relajante” que no se produjo con otros programas.
También se analizó el nivel de agitación del usuario, a través del
 ‘Inventariode agitación del anciano de Cohen-Mansfiel (IAACM), 
que valora la frecuencia de 30 comportamientos agitados de la
 persona con demencia y se comprobó como durante la sesión no 
aparecieron ninguno de los comportamientos agitados que se 
mostraban con frecuencia en otros ámbitos y actividades
Asimismo, se experimentó una variación significativa en la
escala NPT-ES, diseñada para valorar la experiencia de las 
personas con demencia mientras participan en intervenciones 
no farmacológicas y se comparó con los resultados del grupo de
 control. Los participantes en las terapias con perros llegaron a
 una puntuación de 14,11, mientras que en otras actividades se llegó 
a los 11,78, con lo que se comprobó que esta terapia no farmacológica
 tiene una capacidad superiora otras actividades para promover 
la implicación de los usuarios y una experiencia positiva de la
 intervención, lo que a su vez podría explicar
 el que no aparecieran trastornos de conductas que normalmente si se
producen en otras circunstancias.
El objetivo de esta investigación también era el de evaluar los efectos
de la terapia asistida con perros en la función cognitiva y la capacidad
 funcional de personas afectadas por demencia, pero sin embargo el
 resultado en estas cuestiones no arroja datos significativos que
verifiquen un resultado beneficioso superior a otras alternativas no
 farmacológicas.
Para medir esta cuestión, se utilizaron el índice de Barthel y el test
breve ‘Mini Mental State Examination’ (MMSE) y aunque si se
recogieron valores positivos, éstos no suponían una variación destacada
 para obtener afirmaciones concluyentes.
Después de los resultados obtenidos, el neuropsicólogo del centro
 confiesa que el interés es continuar trabajando en esta línea, 
introduciendo nuevas variables u otras formas de trabajo, como
 por ejemplo terapias individuales y personalizadas o intervenciones 
con los familiares del enfermo.

Esta idea surgió después de que uno de los usuarios de la terapia asistida
 con perros recobrara la ilusión por conversar con su familia, sobre su 
nuevo“amigo” y como ejemplo, Pérez recuerda que sus dos nietas
 hicieron los dibujos del perro al que también conocieron y con el que 
tuvieron la oportunidad de jugar. Para ellos, cambió la perspectiva,
 porque pasaron de“vamos a ver al abuelo que no nos habla” a
“vamos a ver al abuelo para que nos cuente cosas de Luz”.
Un día de terapia
La terapia se inicia cuando los usuarios del centro van ocupando
 sus asientos en semicírculo. La terapeuta desarrolla con ellos 
pequeños ejercicios que consisten en dar órdenes a la perrita,
 Luz, para que las ejecute. Entre ellos bromean y ríen. 

Por ejemplo, cuando toca el turno de “dispararla”,
 para que se haga la muerta. ¿Tienes la pistola cargada? le
pregunta el terapeuta a uno de los participantes, Felipe D.L.T.
quien enseguida apunta con el dedo Luz y a la voz de 
“pum, pum”, cae al suelo patas arriba.
Este hombre de edad avanzada reconoce risueño que él a los
perros “los quiere
mucho” y no puede evitar recordar alguna época mejor, cuando
alguno de ellos formaba parte de su vida. Aunque tan solo tiene 
que decir una escueta orden, “sienta”, no puede evitar añadir 
algún comentario para que su amiga se sienta motivada como:
 “sino me enfado” o “ya no te doy más galletas”. Al final,
reconoce resignado, que el labrador le hace caso “por
 aburrimiento”, aunque
no se lo toma muy mal, todo lo contrario.
También participa en la sesión una mujer, Marcela M., quien
detalla que esta perra en especial es su preferida e incluso 
tiene una foto con ella que se quiso llevar como recuerdo 
tras uno de sus encuentros. Hace muchos años tuvo una
 mascota con la que compartía sus quehaceres y cuando
 la recuerda con total nitidez, un cocker, apunta, le 
envuelve una sombra de tristeza, porque “murió”y eso
 le produjo un gran disgusto.La terapia tiene un “más 
difícil todavía” que cada día arranca los aplausos de los
 asistentes. 

Vicente A., es el encargado de pedir a luz
 que abra una cajita para que traiga los calcetines que 
hay en ella. “Anda a buscar” es la orden que se le da 
para que uno a uno recoja los calcetines que después
 hay que emparejar y consciente de “lo lista que es”,
 bromea con sus compañeros y asegura que solo le falta 
“hacer el bachillerato”. Luz, abrumada por tantas atenciones 
y premios, se sale de su papel por un
 momento, al descubrir en el bolsillo de uno de los usuarios
un pañuelo, que intenta robar, provocando las risas de todas 
estas personas que durante casi una hora disfrutan de la 
compañía y el cariño que da un animal, aunque se trate 
de una investigación científica.

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